Mientras intento enfrentarme con lo que creo que sé de vos, juego a creerte. Juego a que vos creas que yo creo lo que vos me hacés creer. Y así ellos, que los tengo enfrente, te creen, porque yo les hago creer lo que vos querés que yo crea. A pesar de todo vos seguís parodiando situaciones, haciendome creer que las cosas son tan claras como yo creía que eran, y así de a poco vamos perdiendo los roles. Yo te creo a vos y vos seguís creyendo en mí. Cuando la obra empieza me contás algo que vos crees secreto. Una mitad se niega y la otra te cree. Una mitad escucha creyendo y la otra escucha creyendo lo que cree escuchar. Y así cuando estamos en el medio, creemos encontrarnos con un dilema que tal vez no es tal. – Pero yo creía que era así. – Sí, yo creía que era como creí en un principio que iba a ser. Al final no era. Yo creía que sí. Vos crees que yo sigo con atención tus malabarismos, pero no te das cuenta que yo hace rato perdí la cuenta, siempre creyendo que iba un paso detrás tuyo. Crees que lo mejor es bajar las pelotas y sentarte a convencerme, yo creo que vos sabés y crees en lo que crees, así que me siento y te escucho. Mientras estás llegando al final de tu parlamento, mientras crees que yo ya no tengo oportunidad de duda, te parás y me invitás a tu escenario, creyendo casi convencida que no puedo decir que no. Crees que no tengo fundamento, y yo creo que voy a subir porque quiero hacerte creer que te creo. Me das un triciclo y vos te subís a otro, creyendo que yo jamás podría creer que los triciclos no son perfectos. Me subo y te creo seguir. Inventás un ritmo y crees que yo no me acuerdo de los que están enfrente, yo pedaleo y creo ignorar a los demás mientras te hago creer que yo no creo que ellos estén ahí. Tantas sonrisas regalás, y yo me creo mejor y te empiezo a ignorar, mientras creo que no me mirás. No me estás mirando, porque crees que yo no te quiero mirar, mirás a los demás y crees que ya me creyeron, que te podés ir, total todos te creen, te creemos, te creyeron y creerán, entonces nuestras ruedas se cruzan, impactan y nos hacen caer separadas, solas, creyendo ambas que lo peor que alguna vez creímos que podría pasar, pasó. Me levanté, yo creía que vos te habías ido y vos creías que yo nunca más te iba a volver a creer, pero me pare y te busqué, creía que nunca más te iba a encontrar. – Creí que te había pasado algo. – Yo también creí eso. Nos sonreímos y volvimos a empezar, qué trabajo arduo que es entenderte.